Zamora destaca por haber contado con una de las producciones alfareras más personales de toda la cerámica popular española. Esto es debido a varios motivos, el primero por obrar sus piezas en tonos lentos, accionados con la mano o con la rodilla, conocidos también como "discos sobre cruz" o tornetas, una técnica poco habitual en el panorama cerámico peninsular y en segundo lugar por la composición de sus arcillas y el tipo de cocción empleado, ya que antes de pasar a utilizar hornos de dos cámaras, cocían en "horneras" u hoyos excavados en el suelo.
El libro que hoy os quiero presentar es "La alfarería en la tierra de Zamora en época moderna" de Manuel Moratinos García y Olatz Villanueva Zubizarreta. En él se estudian los centros zamoranos de Muelas del Pan, Pereruela de Sayago y Olivares, el barrio alfarero de Zamora, profundizando en los orígenes de la alfarería popular zamorana.
Ya en 1547, uno de los alfareros de Muelas del pan era el encargado de producir los barreños que precisaba la reina Juana I de Castilla (Juana la Loca) para su palacio de Tordesillas. Este dato sin duda nos remonta a la existencia de una producción anterior ya consolidada.
Vasijas de barro zamorano, con éste nombre fueron conocidas y también demandadas, las producciones que durante muchas generaciones se elaboraron en los talleres de los alfareros de Muelas, Pereruela e incluso de la propia Zamora, y que los arrieros locales con sus acémilas cargadas de tan preciada mercancía, fueron capaces de hacer llegar a los rincones más apartados de la geografía española.
El gran volumen de producción y difusión que esta cerámica llegó a tener alcanzó lugares como Alemania, el Sur de Francia, las provincias vascongadas, Galicia, la Sierra de Francia, Madrid o Sevilla.
Estos lugares, junto a Toro y Benavente, formaron el foco difusor inicial a partir del cual surgieron otros centros alfareros zamoranos como Carbellino de Sayago, Cibanal, Fornillos de Fermoselle, Junquera y Milla de Tera, Moveros, El Perdigón o Venialbo, aunque la mayoría de ellos se vieron abocados al cierre de sus obradores ante el implacable avance de la modernidad.
Desde la primera edición en 1972 de la Feria anual de Cerámica y Alfarería de Zamora, se ha reconocido incluso a nivel internacional la cerámica aquí elaborada.
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