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miércoles, 30 de marzo de 2011

Ejercicio de demagogia de ida y vuelta

Por la Biblioteca del Museo Etnográfico de Castilla y León

demagogia.
(Del gr. δημαγωγα).
1. f. Práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular.
2. f. Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder.
[Diccionario de la Real Academia Española]

Desde hace ya bastante tiempo los medios de comunicación, ya sean prensa escrita, radio o televisión dan cabida a un tipo de información por el cual la demagogia cabalga libremente. Tertulias de supuestos sabios de todo, columnas de opinión de autoproclamados gurús de la cultura o sesudos debates entre especialistas en todo y nada a la vez campean a sus anchas.
Con el único objetivo de recabar un aplauso rápido hacen de la demagogia una herramienta de trabajo y toman por bandera el populismo más barato. En busca de ese aplauso son capaces de dejar cadáveres por el camino y de sembrar dudas acerca de todo aquello por lo que su sacrosanta sabiduría decide pasar. De hecho, ni siquiera les interesa ver si lo sembrado germina, ¿para qué? si sólo interesa el día a día, el momento, el aplauso rápido y vacío, sin contenido ni alma. Como el sexo de pago…

Este olimpo de los dioses opinadores da rienda suelta a su pretendido ingenio saltándose a la torera las más básicas reglas de la ética profesional. Dice el dicho que el valor al soldado se le supone, esta máxima podría ser extrapolable a quien ejerce o ha ejercido profesionalmente el periodismo. Quien ejerce la noble y necesaria profesión de periodista debería emplear información veraz, suficiente y contrastada, pero claro, se amparan en que lo que escriben es opinión, no información, y por esta vía cabe todo: verdades, mentiras, medias mentiras o medias verdades.

Pero, para entender el concepto de demagogia, lo mejor será hacer un ejercicio de demagogia de ida y vuelta. Hagamos un caso práctico tomando un artículo de opinión totalmente seleccionado al azar como ejemplo.

Ejercicio de demagogia de ida

El artículo, seleccionado totalmente al azar, fue publicado el viernes 25 de marzo en el diario “El Adelanto de Zamora” y lleva por título: ¿Qué hacemos con los museos?

Leyendo este artículo, totalmente escogido al azar, podemos ver que destila demagogia y desconocimiento. Para más inri, apela al compadreo con el lector con frases del tipo “el lector y yo sabemos…” o “Ni al lector ni a mi…”.
De entrada esto ya es criticable… ¿el lector no tiene opinión por si mismo?,  ¿Obligatoriamente sus lectores opinan lo mismo que el articulista?... A lo mejor es que está buscando el mencionado aplauso fácil…

Sigue el articulista recurriendo a tópicos que de tan usados y rancios dan hasta pena, así “polvoriento almacén de piezas arqueológicas…”. Quizás el autor sigue viendo tremendos moños y gafas de pasta marrones cuando acude a la Biblioteca Pública

Tras el comienzo, a mi juicio poco afortunado de este artículo, seleccionado al azar, comienza el uso y abuso de la demagogia:
“Tienen todo el personal que pueden necesitar e incluso más…”
“…es muy posible que se encuentre con que el número de trabajadores en ellos sea muy superior al de visitantes…”
“Los museos tienden cada vez más a ser lugares vacíos en los que sólo de vez en cuando entra algún turista o algún despistado a dar una vuelta”
“¿Tiene sentido un museo que no despierta interés?
“Los museos públicos, en su concepción actual, están siendo un fracaso…”
“Nos podremos seguir permitiendo estos lujos…?

Como vemos, no tiene desperdicio el artículo… Opina por todos como si sus opiniones fueran decretos, recurre a tópicos desfasados, hace afirmaciones injustificadas y sobre todo, muestra un desconocimiento total del trabajo de un museo. De paso, no parece importarle mucho que trabajadores que llevan a cabo sus tareas con total profesionalidad se vayan al paro…pero eso ya es una cuestión de ética personal. En cualquier eso, como es un artículo de opinión, pues lo dicho, vale todo.

Ejercicio de demagogia  de vuelta

¿Podemos entender, entonces, que el autor de este artículo, elegido al azar, es partidario de la desaparición de los museos zamoranos?. Siendo esto así, entendemos también que será partidario de que el patrimonio etnográfico de Castilla y León sea quemado en plaza pública para dar calor ante el elevado precio de petróleo. Quizás también prefiera que el tesoro de Arrabalde conservado en el Museo de Zamora sea vendido y fundido en un “Compro Oro” de esos que proliferan más que los Museos y que su ganancia revierta a las arcas públicas.
A lo mejor, el articulista es partidario de que nuestros ancianos se mueran llevándose consigo toda su sabiduría popular, sus romances, su conocimiento de la etnobotánica, su música… en definitiva, su historia, que al fin y al cabo a nadie le importa y conlleva un gasto económico.
Seguramente preferirá reconvertir los edificios de los Museos y emplear uno de ellos como centro comercial y el otro, por ejemplo, como sede de una peña madridista, que son muchísimos los aficionados al Madrid.
Queda claro que estaría encantando viendo a los niños y jóvenes de Zamora y de toda la Comunidad Autónoma participando en macrobotellones en vez de estar perdiendo el tiempo visitando los Museos, al fin y al cabo, el botellón deja un montón de dinero en los supermercados de la ciudad creando un tejido comercial de incalculable valor para Zamora, además, con un poco de suerte se enganchan y ya son consumidores para toda su vida…

Podemos seguir haciendo demagogia barata, como veis es muy fácil y resultona… casi como el sexo de pago.

1 comentario:

  1. Lo podría decir de una manera que pareciera menos peyorativa, pero el lenguaje está para usarlo de manera correcta. El articulista es un Ignorante (Del ant. part. act. de ignorar; lat. ignōrans, -antis). 1. adj. Que no tiene noticia de algo. U. t. c. s.
    Y lo digo porque desconoce u olvida, quizá de manera interesada, el resto de funciones que cumplen los museos. Quizá no las conozca porque nunca habrá pasado del zaguán, o porque algunos periodistas se han acostumbrado a opinar mucho sobre cosas que conocen poco (tertulianos, articulistas digitales, opinadores ocurrentes...).
    Este tipo de “anécdotas” son un reto para los museos, y para vosotras las bibliotecas. Y sirven para impulsar esas iniciativas que tan bien hacéis: educar a los niños y jóvenes para que, en el futuro, opinen con criterio. Ya sea en el periódico, ya sea en la tasca.

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