Por la Biblioteca del Museo Etnográfico de Castilla y León
Muchos de las publicaciones que alojan las bibliotecas especializadas son estudios sesudos y densos sólo aptos para investigadores en una materia determinada, libros llenos de datos, estadísticas, bibliografías interminables y tal cantidad de información que llega a ser mareante para un lector no avezado.
Pero no todo es así, semanas atrás os hablé de Literatura Infantil y Juvenil en la Biblioteca del Museo y hoy os voy a recomendar una colección de libros apta para todos los públicos y por la que siento una especial debilidad.
Esta colección se llama “Biblioteca de narrativa popular” y la forman casi una treintena de títulos editados por la ya desaparecida editorial Sendoa.
En ella, Antonio Zavala, escritor, investigador y editor guipuzcoano fallecido en 2009, recorre media España dando voz a los auténticos protagonistas de la “etnografía”, no me refiero a investigadores ni a eruditos, si no a los protagonistas reales, con nombres y apellidos…, personas que sin pretenderlo han sido fuentes inagotables de conocimiento para las generaciones futuras cada día de sus vidas.
Esta colección está llena de verdad, más que nada porque Antonio Zavala, como el mismo escribía en las páginas iniciales de esta colección, simplemente se limitaba a poner negro sobre blanco lo que el protagonista le iba narrando y que, por lo general, no hubieran podido escribir nunca simplemente por no saber escribir.
Por este motivo, a medida que uno va leyendo cualquiera de las memorias de estas personas, uno tiene la sensación de estar escuchando al protagonista junto al fuego de una cocina o en la ahumada taberna de cualquier pueblo mientras se oye de fondo golpear las fichas de un dominó sobre las mesas o los envites en una partida de cartas.
Masio “el de la Hayuela ”, el último trovador de Cantabria; los hermanos Casquero, trashumantes de Prioro; Modesto Celada, labrador de Tierra de Campos; Cana, la hija de la maestra; Justo Peña, pastor por los páramos de Burgos; Daniel Cuesta y sus andanzas por las montañas de León o Juan Balbín, olivarero de Jaén, se cuelan poquito a poquito en nuestro corazón a cada página que pasas…
No es etnografía sin más, son sus vidas, sus vivencias personales; con naturalidad explican como tuvieron que soltar la azada para coger un fusil o como dejaron su pueblo natal para emigrar, como tantos otros, al norte, siempre al norte…
En definitiva, quizás no sean memorias de grandes nombres, pero si son memorias de grandes hombres.
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