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jueves, 14 de febrero de 2013

Costumbres comunales de Aliste


por la Biblioteca del Instituto de Estudios Zamoranos


Hace poco me invitaron a una excursión por tierras alistanas a la que finalmente no pude acudir y para que me animara a ir me regalaron también una publicación, que aunque está en mi biblioteca, yo no había profundizado sobre ella y la verdad es que me ha llamado la atención. Se trata de la obra de Santiago Méndez Plaza, “Costumbres comunales de Aliste”, que obtuvo el primer accesit en el I Concurso Especial sobre Derecho Consuetudinario y Economía Popular abierto por la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas allá por el año 1897.



Méndez Plaza visitó las “tierras de Aliste” en los últimos años de la década de los noventa del siglo XIX para conocer sobre el terreno una de las comarcas más pobres y olvidadas de España.
En su estudio nos explica cuales son las costumbres, que de un modo cooperativista compartían los habitantes de esta tierra, nos relata  por ejemplo como se organizaba el servicio de barbería, los festejos, el ojeo de lobos, la medicina, la enseñanza…

Me llama especial atención el tema de la enseñanza de esa época, ya que nos muestra claramente el carácter colectivista del país por aquel entonces, teniendo una enseñanza privada que costeaban entre todos.

Hasta el año 1857 los únicos maestros que existían eran los galocheros, Se trataba de campesinos gallegos y leoneses que durante la época del otoño e invierno se desplazaban al campo de Aliste para hacer cucharas y otros utensilios de madera, además de impartir la enseñanza a sus discípulos: leer, escribir, sumar, restar, y en algunos casos muy especiales a multiplicar y dividir.
Llegaban en noviembre y cobraban 25 pesetas por temporada, pagadas por el ayuntamiento, a lo cual se sumaba una libra de pan de centeno los días de diario y un cuarto los sábados que sufragaban las propias familias. No era obligatorio mandar a los niños a clase, pero si pagar la cuota.

A partir del año 1860 se fue organizando la enseñanza oficial, los galocheros no volvieron al país y fueron sustituidos por maestros nombrados por el estado, pero curiosamente en lugar de aumentar el numero de hombres y mujeres que supieran leer y escribir disminuyó en gran proporción, lo que según el autor era muestra de que la enseñanza oficial daba peores resultados que la privada….
Las cosas han cambiado mucho desde entonces, aunque con los tiempos que corren quien sabe lo que tendremos que hacer para poder darle una educación a nuestros niños.



Si hoy alguien volviera a hacer una de esas “visitas” por tierras alistanas se encontraría con unos pueblos muy diferentes de los de hace casi ya dos siglos, aunque con el mismo encanto de siempre, ¿no os parece?

1 comentario:

  1. Yo soy Alistana,y nieta del maestro de Tolílla,Mi abuelo fue muy importante por estas tierras en la época de la guerra

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