Hace ya bastante tiempo
hablamos de algunas bibliotecas de leyenda o bibliotecas imaginarias; de hecho,
el primer post de este blog se dedicó a La Biblioteca
de Amarganz. Poco después, hablamos de la biblioteca
que esconde el lago de Brenavinto, en Cantabria, donde una hermosa anjana
de cabellos dorados lee los libros aún no escritos.
Hoy vamos a dedicar esta
entrada a otra de esas bibliotecas fantásticas en las que nos gustaría estar al
menos una vez en la vida, la biblioteca del Nautilus.
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Nemo y el profesor Aronnax en la biblioteca del Nautilus |
Julio Verne, en “20.000 leguas de viaje submarino” da
vida a un personaje realmente apasionante, el Capitán Nemo, y a una no menos
apasionante biblioteca, la del Nautilus, el submarino en el que Nemo construye
su mundo.
De la personalidad del capitán
Nemo hay mil artículos escritos, incluso buscando por google aparecen perfiles
psicológicos de este personaje de ficción, la verdad es que no es para menos,
la maestría de Julio Verne construyendo la personalidad de los protagonistas de
sus novelas es evidente.
El caso es que si damos por
bueno el clásico axioma de la literatura que dice que cada personaje literario
tiene algo del autor, podemos entender sin lugar a dudas que Julio Verne llevaba
un bibliotecario dentro, veámoslo:
La colección de la biblioteca del
capitán Nemo es amplia y compuesta por monografías, publicaciones periódicas e
incluso publicaciones efímeras (folletos).
«Capitán Nemo, le dije a mi anfitrión que acababa de
arrellanarse en un sofá, he aquí una biblioteca que sería motivo de lustre para
más de un palacio de los continentes, v me maravilla pensar que puede usted
llevarla consigo a lo más profundo de los mares.
-¿Dónde se hallaría más soledad, más silencio, señor
profesor?, respondió el capitán Nemo. ¿Le brinda a usted su gabinete de trabajo
en el Museo un reposo tan completo?
-No, señor, Y he de añadir que es muy pobre en
comparación con el suyo. Tiene usted aquí seis o siete mil volúmenes.
-Doce mil, señor Aronnax. Son los únicos vínculos que
conservo con la tierra. Pero el mundo terminó para mí el día en que mi Nautilus
se sumergió por vez primera. Ese día, adquirí mis últimos volúmenes, mis
últimos folletos, mis últimos periódicos, y desde entonces me imagino que la
humanidad no ha pensado ni escrito más»
La política de adquisiciones es
impecable, la calidad del fondo está fuera de toda duda. Por ponerle algún
pero, Nemo desarrolla ciertas manías vetando tratados relacionados con la
“economía política”, por otro lado, no le culpo, si yo tuviera que aislarme del
mundo con una gran biblioteca creo que tampoco llevaría ni un solo libro de
“economía política”, de hecho, ni de economía, ni de política.
«Libros de ciencia, de moral y de literatura, escritos
en todos los idiomas, abundaban allí; pero no vi una sola obra de economía
política, que al parecer estaban severamente proscritas a bordo…
Entre esos libros noté las obras maestras de los
autores antiguos y modernos, es decir, todo lo más hermoso que la humanidad ha
producido en historia, poesía, novela y ciencia, desde Homero hasta Víctor
Hugo, desde Jenofonte hasta Michelet, desde Rabelais a Jorge Sand. Pero la
ciencia, más particularmente, hacía el gasto en aquella biblioteca; los libros
de mecánica, de balística, de hidrografía, de meteorología, de geografía, de
geología, cte., ocupaban un lugar no menos importante que las obras de historia
natural»
El problema de Nemo como
bibliotecario es que es algo anárquico, imposible encontrar un libro en su
sitio, no sigue ningún sistema de clasificación conocido ni lógico. Esto
imposibilita totalmente el libre acceso a las publicaciones de los usuarios,
bueno, en realidad se trata de una biblioteca sin usuarios, pero bueno…
«Detalle curioso, todos los libros se veían colocados
sin orden determinado, cualquiera fuere la lengua en que estaban escritos, y
esa mezcolanza indicaba que el capitán Nemo debía leer habitualmente los
volúmenes según le cayeran a mano»
Ahora, lo que como
bibliotecario es del todo inadmisible es que se permita fumar, eso es
intolerable en cualquier biblioteca…
-No sólo es esta sala una biblioteca, sino también
salón de fumar, dijo el capitán Nemo.
-¡Salón de fumar!, exclamé. ¿Se fuma, pues, a bordo?
-Sin duda.
Por cierto, creo que todos los
bibliotecarios de España tenemos un poco de capitán Nemo y nuestras bibliotecas
de Nautilus… Desde el comienzo de la crisis y la eliminación de presupuesto
para nuevas adquisiciones también nos debemos de imaginar que desde entonces «la
humanidad ni ha pensado ni escrito más».