Cada año, entre febrero y octubre la provincia de Zamora exhibe un ancestral espíritu romero plasmado en la celebración de más de un centenar de romerías que engalanan ermitas, iglesias y santuarios en pueblos de todas las comarcas para venerar imágenes que suscitan devoción y alegría y cuyos orígenes tan sólo documentados en algunos casos esconden bellos relatos, a caballo entre la leyenda y la historia, entre la tradición y la religiosidad.
Bajo la apariencia de sencillas fiestas populares, en parajes geográficamente privilegiados, repetidas a lo largo de los años, en un mundo agrícola y ganadero que depende de la naturaleza y del clima para su supervivencia encontramos celebraciones con un significado muy profundo que conecta a Dios con el ser humano a través de ritos simbólicos que expresan mitos, con la pervivencia de antiguas cofradías, con reliquias, cristos, vírgenes y santos que reciben loas, cánticos y ofrendas y sobre todo con ceremonias que todavía suscitan en los fieles sentimientos de hermandad y de convivencia.
Romerías aparentemente iguales, con preparativos, misa, procesión, ofrendas, música y bailes, gastronomía y diversión pero íntimamente distintas en cuanto a su origen o fin, bendecir la tierra pidiendo fertilidad, conmemorar algún acontecimiento histórico, cumplir promesas que nuestros antepasados hicieron, dar las gracias por un año bueno, pedir salud y favores o simplemente canalizar sentimientos espirituales viviendo colectivamente en día de fiesta.
El calendario romero zamorano responde a fechas fijas en algunos casos pero varía en otras al compás que marca el ciclo religioso anual.
Encontramos romerías primaverales u otoñales o si atendemos al criterio geográfico del espacio de la raya que oculta una antigua hermandad entre pueblos españoles y portugueses que han compartido espíritu y frontera.
Éste es el caso de la celebrada ayer, la Romería de la Luz , fiesta que une a la localidad de Moveros de Aliste con el municipio vecino portugués de Constantim. Tiene lugar en la Ermita de la Luz , la cual se sitúa a pocos metros de Moveros, se celebra el domingo siguiente a San Marcos. En ella españoles y portugueses intercambian diversos productos destinados al hogar y a los trabajos del campo, además de gozar de la gastronomía de la zona.
Afortunadamente en el siglo XXI y en el mundo rural de Zamora persiste este fenómeno socioreligioso. Teneis material audiovisual a vuestra disposición en la biblioteca del IEZ.
No hay comentarios:
Publicar un comentario