A todos nos ha pasado alguna vez que, casi sin darnos ni cuenta, nos quedamos embobados contemplando como las olas del mar rompen una y otra vez en la orilla…
Absortos en el ir y venir de la marea quedamos hipnotizados por su baile y nos dejamos acunar entre los poderosos brazos de la mar mientras escuchamos el rítmico batir de las olas como si de una nana se tratara. Si hay suerte y corre un poco de aire, quizás notemos como millones de partículas de agua salada nos refrescan el rostro, cargándonos de energía envolviéndonos en una atmósfera repleta de iones negativos.
Sin duda, la mar tiene un poder dual, nos atrae y nos fascina a la vez que le tenemos un temor y un respeto reverencial. Esta singular atracción fatal ha suscitado una infinidad de leyendas, supersticiones y creencias relacionadas, casi tantas como el número de seres mitológicos que habitan sus aguas.
Viñeta de 'El Faro', de Paco Roca |
Bañarse en la mar en la noche más mágica del año, la de San Juan, proporciona vitalidad y salud para todo el año. Esa misma noche las mujeres que deseen quedarse embarazadas han de saltar nueve olas, ni una más ni una menos. Asimismo, los marineros que logran mantener la cabeza bajo el agua durante siete olas seguidas saben que nunca morirán ahogados.
En el pasado, cuando se navegaba a vela, los marineros muertos se reencarnaban en gaviotas, petreles o albatros y si una de éstas aves se posaba sobre el barco en alta mar significaba que el difunto compañero les alertaba de una cercana tormenta.
Estos mismos marineros, en los días de mucho calor, pueden ver salir del mar una especie de neblina con forma de mujer, es el alma de la mar. Es muy difícil verla pero sí que es sencillo escuchar su dulce ulular, basta con acercarse al oído una concha de caracol que encontremos paseando por la playa.
Por su parte, las sirenas, mujeres con cola de pez, aún continúan atrapando marineros con sus cantos para después devorarlos… Dice la coplilla popular: La sirena de la mar / que canta en el mar salado, /de medio arriba es mujer / de medio abajo es pescado…
Por el norte de España, se cree que su origen se debe a una maldición de los padres a sus hijos por estar todo el día correteando por peligrosos cantiles y elevados riscos junto al mar. Claro, con los nuberos cerca nunca se sabe…¡Montados en sus nubes lían unas galernas que pa qué!.
Curiosamente, en el Mar Mediterráneo son el Marés y la Meresa los seres marinos que se llevan a los niños traviesos que juegan al borde del mar sin entender el peligro que supone. Se dice que son unos pulpos enormes que movían continuamente sus largos tentáculos con los que agarraban y jamás soltaban a los pobres chavales.
En la Isla de La Cabrera , también en el Mediterráneo, el Vell Marí, personaje con cuerpo de hombre y cubierto de pelo que acompañaba a los barcos mientras cantaba bellas melodías, era muy apreciado por los pescadores de la zona ya que cuando se aproximaba una borrasca el pelo de la piel se le erizaba…En cualquier caso, este Vell Marí guarda un extraño parecido con la ya casi extinta foca monje que habita por la zona…
En realidad, la riqueza en vida real e imaginaria de la mar es tan grande que sólo se puede comparar con el placer de sumergirnos en ella en un soleado día de verano…
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