Ojeando el periódico hoy leo que los vecinos de Manzanal del Barco han creado una cofradía para recuperar tradiciones, que se ha estrenado con la colocación del mayo. Casualmente, este era el tema del que os quería hablar hoy -por el mes en que nos encontramos-, de las fiestas de mayos y mayas en la provincia de Zamora.
La costumbre de plantar el mayo en alguna plaza del pueblo ha sido común a muchas regiones de España y a gran parte de Europa. Hoy en día en pocos lugares sigue vigente, así que hay que destacar la iniciativa de este pueblo vecino por intentar seguir con las costumbres de nuestros antepasados.
La provincia de Zamora, por su situación geográfica, es quizás la única que puede ofrecer un muestrario completo de las diversas variantes de las celebraciones mayales. Así encontramos, el mayo-muchacho, que consiste en disfrazar a un jovencillo de árbol, cubriendo todo su cuerpo con ramaje y poniéndole en la cabeza una corona de flores, que acompañado por la chiquillería de la localidad, solía ir de puerta en puerta, entre canciones y bailes, pidiendo dinero para hacer una merienda. También está el mayo-pelele, un tronco en el que en la parte superior se coloca un muñeco y se pone en la plaza principal del pueblo y que viene a ser un paso intermedio entre el mayo-persona y el mayo-árbol. Y por último, el más conocido el mayo-árbol, que es el más común en la mayor parte de las comarcas zamoranas, y en el que se coloca solamente el tronco con algunas ramas en la parte de arriba.
Por lo que respecta a la fiesta de la maya, ésta estuvo tan generalizada como la del mayo y aunque son dos fiestas distintas, poseen el mismo origen y tienen idéntico significado, ambas están protagonizadas por la juventud, símbolo y esperanza de vida. La dualidad sexual, además de los ritos puntuales marcan la diferencia.
En la fiesta de la maya era por costumbre engalanar con todo género de adornos y artificios alguna niña, que simbolizaba la primavera y a la que se llamaba maya. De esta guisa se la conducía al pié del mayo-árbol y se organizaba un baile a su alrededor, sin que pudiesen participar los varones. Durante la fiesta, la casa de la maya aparecía con enramadas en la ventana. Esta fiesta se prohibió por intervención real en los siglos XVIII y XIX, ya que originaban problemas entre las mozas del pueblo por competir para lograr el título. Sólo han quedado, como recuerdo de la celebración ancestral, algunas coplas populares. Es lo que ha ocurrido en las diversas comarcas de la provincia de Zamora, a excepción de algunas zonas próximas a Portugal, donde sigue vigente la costumbre, aunque muy simplificada y desfigurada.
Sobre este y otros temas de fiestas y celebraciones populares en la provincia disponemos en la biblioteca del IEZ de abundante bibliografía, entre otros, artículos y publicaciones de Francisco Rodríguez Pascual, gran estudioso y conocedor de estas costumbres.
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