Por la Biblioteca del Museo Etnográfico de Castilla y León
No hemos hablado mucho aún en este blog de la fonoteca del Museo Etnográfico de Castilla y León y de lo que en ella podéis encontrar y que, por cierto, es mucho y de gran interés para investigadores.
Me propongo en próximos post hablaros de los 900 discos compactos de tradición oral con los que contamos para su consulta repletos de encuestas y material en su mayoría aún inédito del denominado ‘Archivo de la Tradición Oral’ procedente de la Fundación Joaquín Díaz en virtud de un acuerdo de colaboración.
Algo hemos hablado del proyecto MTP , (Memoria, Territorio, Patrimonio) iniciado hace unos cinco años desde este centro y consistente en peinar áreas “menos trabajadas” de Castilla y León armados de cámara de vídeo y de grabadora con el objetivo de documentar y dejar grabado para futuros estudios todo aquello que nuestros mayores nos quisieron contar. Todas las horas de grabación de MTP están en proceso de catalogación básica y esperamos que en no mucho tiempo pueda estar disponible para su consulta en la fonoteca.
[http://bibliotecasespecializadasdezamora.blogspot.com.es/2011/04/la-sombra-de-los-baobabs.html]
En fin, quedan muchas cosas pendientes que contar de la fonoteca del Etnográfico, pero hoy, de momento vamos a contaros como resolvemos un asuntillo de conservación que a todos se nos ha planteado en nuestra propia casa… ¿Qué hacemos con los casetes y los vinilos? ¿Qué hacemos con los VHS y los BETA? ¿Y las grabaciones en ‘master’?
Como biblioteca que somos, ¿podemos prestar estos materiales? ¿Debemos prestar estos materiales arriesgándonos a su deterioro?
El asunto es largo de tratar y más complejo de lo que parece de resolver, especialmente estas dos últimas preguntas. Como hay gran cantidad de bibliografía a este respecto no pretendo aquí “meter un rollo” sobre conservación de materiales, sino que simplemente veamos, aunque sea de forma esquemática, la solución por la que hemos optado en la biblioteca del Etnográfico.
Una vez inventariado el material en soportes ya obsoletos, el paso más urgente es digitalizar estos documentos. Ante todo se trata de garantizar la “supervivencia” de los contenidos y paliar el seguro deterioro de una copia en soporte magnético ante su uso o ante el simple paso del tiempo. Evidentemente hace falta un equipamiento básico y adquirirlo supone un coste, aunque no tan elevado como pensamos en un principio. En estos casos hay que valorar si merece la pena adquirir los aparatos necesarios o encargar la digitalización a empresas que se dediquen a ello; será el volumen de documentos en este tipo de soportes lo que determine esta decisión.
La digitalización se completa almacenando los contenidos en soportes ópticos (CD y DVD) y preferiblemente conservando copia en un disco duro externo dedicado o si se puede, incluso almacenándolo en el servidor del centro. Hay que tener en cuenta que se requiere una cantidad elevadísima de espacio en servidor. En nuestro caso hemos optado por un disco duro externo dedicado.
Ya digitalizado podemos trabajar en la catalogación del documento y de su contenido…Pero ¿sobre qué trabajamos? ¿Sobre la copia o sobre el documento original?
Para comprenderlo mejor, pongamos un ejemplo:
Tenemos un casete titulado «Zamora y su folklore», del año 1973. Esta grabación sonora nunca jamás ha sido reeditada en formato digital, por lo que sólo contamos con este soporte magnético como fuente.
Digitalizada y almacenada la copia en CD pasamos a su catalogación en AbsysNet para que cualquier usuario, mediante consulta en el OPAC del Sistema de Bibliotecas de Castilla y León sepa que puede encontrar este casete en nuestra biblioteca. Y efectivamente, el casete, porque lo que hay que catalogar es el documento original, no la copia.
Por motivos de conservación no podemos prestar un casete o un DVD o un vinilo, además, muy poca gente cuenta con reproductores para estos soportes en su casa; entonces, ¿de qué le sirve al usuario saber que existe un casete si no va a poder disponer de él? Es necesario, pues, hacer constar que existe una copia digitalizada para su consulta, cosa que hacemos en la propia ficha en la última línea (dato para bibliotecarios: campo 852 de MARC) y en los datos de ejemplar haciendo constar una signatura suplementaria.
Como veis, en la ficha catalográfica consta “Disponible copia digitalizada para consulta” y es que únicamente puede ser consultada en la fonoteca.
A estas alturas de siglo, existiendo copia digitalizada y tratándose de una grabación nunca reeditada y casi imposible de encontrar yo sería partidario de poner el CD a préstamo, pero… ¡amigos!, la Ley solo permite copia para su consulta, así que no podemos hacer nada más que ofrecer la consulta.
Bueno, en apenas unas líneas hemos explicado un proceso que es bastante más largo y complejo, con especificaciones técnicas de digitalización y con matices en su puesta a disposición al usuario, pero el objetivo de este post no era soltar un rollo patatero repleto de tecnicismos, sino dar a conocer una labor callada que los bibliotecarios llevamos a cabo en estos centros especializados: la salvaguarda y la protección de un patrimonio que de otro modo quedaría perdido y olvidado para siempre.
Con cosas así, siento que mi trabajo es importante…