No te preguntes que puede hacer la cooperación bibliotecaria por ti, pregúntate que puedes hacer tu por la cooperación bibliotecaria
(Adaptación libre de la famosa frase de J.F.K.]
Gracias a los grandes Sistemas de Biblioteca s implementados en la práctica totalidad de las comunidades autónomas, las bibliotecas podemos acceder a software de gestión bibliotecaria que serían prohibitivos por su alto coste para centros pequeños; mediante esos SIGB participamos de la catalogación cooperativa, capturamos registros y ponemos a disposición de todos los compañeros los catalogados por nosotros. Esto provoca, además, que el préstamo interbibliotecario sea más fluido y sencillo de realizar.
La pertenencia a estos Sistemas supone, además, un beneficio casi ‘emocional’ para los profesionales que trabajamos en bibliotecas especializadas. Logra que nos sintamos en cierta forma arropados, protegidos bajo el paraguas de estas superestructuras y no echados a los leones como era hasta hace bien poco. De un modo u otro consigue que nos sintamos miembros de un grupo profesional más amplio y fuerte y no una especie de casta baja dentro del gremio.
Frente a todo esto a lo que nos hemos referido y que podríamos incluir en una categoría denominada ‘cooperación bibliotecaria a gran escala’ nos encontramos con lo que debería formar parte de 'el día a día' de las bibliotecas especializadas, lo que llamaremos desde aquí ‘cooperación a pequeña escala’, algo así como el menudeo de la cooperación…
Con esta peculiar terminología me quiero referir a un tipo de colaboración no tanto institucional como personal, tendente más a solucionar problemas comunes que los bibliotecarios nos encontramos con frecuencia y que se pueden resolver con un simple telefonazo o un correo electrónico sin necesidad de firmar un convenio. Se trata de un tipo de cooperación basado más en el compañerismo que en la competitividad; una cooperación que opte por la creación de hecho (aunque no de derecho) de redes informales basadas en la similitud de centros y/o en la afinidad del área temática del centro.
En realidad, estoy seguro que la mayoría de nosotros ya empleamos estos criterios de cooperación a pequeña escala en mayor o menor grado, pero nunca está de más dejarlo escrito.
Ejemplos de este tipo de cooperación son:
Política de adquisición: optar por lo que podríamos llamar ‘adquisición inteligente’. No es más que aplicar criterios de racionalidad en las compras, pensando en el usuario y no en el centro. Es decir, no tiene sentido comprar una publicación o suscribirte a una revista que ya tenga en su colección una biblioteca próxima, optamos así por la adquisición de otros títulos que no consten en los catálogos vecinos… El beneficiado de esta ‘adquisición inteligente’ es el usuario, que de este modo tiene una oferta documental mucho más amplia.
Intercambio de publicaciones: el intercambio de publicaciones es recibido como un ‘nuevo maná’ para las bibliotecas especializadas. Estas bibliotecas sufren desde antiguo escasez de presupuesto para adquisiciones y por si fuera poco ¡con la crisis hemos topao!. No me duelen prendas en reconocer que casi el 75% de la colección de la biblioteca del Etnográfico es producto de tan fructífera cooperación. De hecho, aprovecho la ocasión para ofrecer las publicaciones editadas desde el Etnográfico a las instituciones que pudieran estar interesadas, las podéis consultar en: publicaciones
Atención al usuario: en numerosas ocasiones un investigador acude a las bibliotecas especializadas sin saber muy bien que es lo que va a encontrar o sin tener claro si ha ido a la biblioteca adecuada o debería haber ido a otra. Tan importante es darle el mejor servicio posible con relación a nuestros fondos propios como saber dirigirle a otras bibliotecas donde pensemos que puede encontrar materiales más relevantes para su búsqueda.
Cooperación a pequeña escala también es dirigir al usuario a las bibliotecas vecinas y es que, en ocasiones, parece que nos cuesta menos prestarle un libro a otra biblioteca que ‘prestarle un usuario’.
Apoyo técnico: durante el proceso de catalogación con frecuencia surgen múltiples dudas. Resolver estas dudas implica, en muchas ocasiones, invertir una cantidad importante de tiempo entre reglas y manuales de catalogación de los respectivos sistemas de bibliotecas. Asimismo, trabajar en especializadas implica, en muchas ocasiones, desarrollar tareas extra-bibliotecarias para las que no te preparan en la Facultad de Biblioteconomía (organización de actividades culturales, labores de documentación de piezas, trabajo de archivo, etc.).
Por todo esto, cultivar y fomentar una buena red de contactos entre compañeros a los que poder recurrir en caso de dudas es prácticamente imprescindible. Cada uno de nosotros somos expertos en diferentes campos, a algunos se les dará mejor catalogar, a otros les gustará más la organización de eventos, a otros no les quedará más remedio que colaborar en el diseño gráfico… En definitiva, todos tenemos puntos fuertes que podemos poner al servicio de esta red informal de compañeros creando, casi sin querer, una especie de ‘banco del tiempo bibliotecario’.
Difusión: la colaboración entre centros afines por su tipología o por sus áreas de trabajo se puede hacer extensible a labores de difusión y divulgación. Llevar a cabo proyectos conjuntos y/o divulgar las actividades de los diferentes centros bibliotecarios mediante los respectivos canales de comunicación e información son ejemplos de este tipo de colaboración. La web 2.0 y las redes sociales facilitan tanto la tarea que casi es más difícil no hacer este tipo de difusión que hacerla.
Así pues, factores como la proximidad, la similitud en áreas temáticas, la tipología de centros (especializadas, bibliotecas de museos…) o el compañerismo deberían ser principios para ser tenidos en cuenta en este tipo de ‘cooperación a pequeña escala’.
No es fácil que las administraciones de las que dependemos asuman una serie de valores que rozan lo etéreo, pero para eso estamos las personas ¿no?.
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