lunes, 27 de febrero de 2012

Museo huérfano

Por la Biblioteca del Museo de Zamora


Ya se sabe que la forma de nutrir este blog por las Bibliotecas Especializadas de Zamora se basa en la aportación diaria mediante turno por parte de los componentes del grupo. Pues bien, inevitablemente la entrada que le toca a la Biblioteca del Museo de Zamora esta semana tiene un punto triste, ya que con ella se pretende rendir un modesto homenaje al arquitecto Luis Moreno Mansilla, que junto a Emilio Tuñón, era uno de los responsables del diseño del edificio que hoy alberga los fondos museísticos de la ciudad y provincia y falleció el pasado 22 de febrero.
Luis Moreno Mansilla (Foto: El País)

Personalmente yo no lo conocí, pero mis compañeros, que sí tuvieron bastante trato con él durante el desarrollo de las obras del entonces futuro Museo de Zamora, dicen que era una persona muy accesible, cercana, un tipo majo, vaya. Los medios, que se llenaron con esta noticia del fallecimiento la pasada semana, dicen que era un profesional magnífico. Y es que sus obras, junto a su inseparable E. Tuñón (ambos alumnos de Moneo) dan buena cuenta de ello. Así realizaron el diseño de multitud de edificios museísticos, como el nuestro, el de Castellón, la Fundación Pedro Barrie de la Maza en Vigo, el Auditorio de León y el MUSAC de esa ciudad, con el que consiguieron el Premio Mies van der Rohe de la UE, al mejor edificio levantado en Europa en los dos últimos años; además, dos obras que levantaron en Cáceres: el nuevo restaurante Atrio y la Fundación Helga de Alvear, por las que sentían especial predilección.


En cuanto al Museo de Zamora, en el año 1992 se realizó una instalación provisional con dos salas de exposición, donde se mostró por una parte la proyecto, encargado por el Ministerio de Cultura, de Tuñón+Mansilla y por otra los fondos que habían entrado en el museo durante los diez años que había permanecido cerrado.
Exposición de la instalación provisional (Foto: Museo de Zamora)

Así, las ideas del proyecto del futuro museo, realizado entre 1993 y 1996, supieron adaptar las difíciles posibilidades que ofrecía tanto los restos del Palacio del Cordón, como las características del terreno y la convivencia de la Iglesia de Santa Lucía. Situado en una manzana en pendiente, cambiaron el acceso, desde la plaza de Santa Lucía, hacia la cuesta de San Cipriano, donde tuvieron que elevar la cota de la entrada. Así, con la creación de un nivel intermedio, por debajo de éste se agruparon la áreas de almacenamiento y las actividades relacionadas con el museo cerrado, mientras que en las plantas altas de desarrollaron las salas de exposición, iluminadas cenitalmente, mediante un recorrido en espiral en torno a una larga rampa de doble tramo. En la sala de época romana destacaba la vitrina articulada que aloja el conjunto más preciado del museo, el tesoro de Arrabalde, también diseñada por los arquitectos.

Vitrina Tesoro de Arrabalde (Foto: El Croquis)


En un pabellón aparte, y ligado a las zonas de almacenaje, situaron el área de restauración, separado por un patio del cuerpo principal.


Planta del edificio (Foto: Arquitectura Viva)
El resultado es un espacio que, además de albergar nuestro patrimonio cultural, es una obra de arte en si misma y motivo por el cual también muy visitado por arquitectos y futuros arquitectos.

En la Biblioteca del Museo tenemos bibliografía sobre este proyecto, publicado en multitud de publicaciones especializadas en arquitectura a vuestra disposición.

Para finalizar, recopilando noticias sobre el fallecimiento del arquitecto para nuestro archivo, he encontrado una publicada en El País, hace tiempo, en 2008, en la que, en una fotografía, salen los dos arquitectos, Tuñón y Mansilla, jugando al futbolín. Me encantó esta foto y me hizo recordar que, coincidencias de la vida, hace poco quisimos jugar al futbolín, pero nos faltaban las bolas, y alguien más, también arquitecto.

Tuñón y Mansilla, jugando al futbolín en su estudio de arquitectura

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