miércoles, 16 de febrero de 2011

De ballenas por el Duero y osos pardos en Sanabria

Por la Biblioteca del Museo Etnográfico de Castilla y León

Desde hace ya unos días el Physeter macrocephalus está en boca de todos en Castilla y León. El Programa de Desarrollo Rural de Castilla y León 2007-2013 incluye a esta especie como amenazada en nuestra comunidad autónoma.



Esto debería ser una muy mala noticia, pero si tenemos en cuenta que un Physeter macrocephalus es ni más ni menos que un cachalote, pues entonces se convierte en una excelente noticia por dos motivos:

1º. Porque si antes no había y ahora resulta que hay aunque sea como especie amenazada, pues ni tan mal ¿no?.
2º. Porque si esto es así, podemos entender que si el cachalote ha encontrado una vía de entrada a los ríos castellanos … ergo Castilla y León tiene salida al mar, ahora solo hay que buscarla…

Dejando de lado la “anécdota” de la inclusión del cachalote como especie amenazada (el informe también incluye a la Phocoena phocoena o marsopa común), lo que por desgracia es real en este documento es la enorme cantidad de animales que están en peligro de extinción o en situación de vulnerabilidad. Urogallos, Águilas reales, Milanos reales, Avetoros comunes, linces ibéricos, visones europeos y osos pardos son los especies señaladas como EPDE (especie en peligro de extinción).

Hoy vamos a dedicar este espacio al Oso Pardo y su estrecha relación con  el folklore, la tradición oral  y la cultura popular de la Península Ibérica.

Al oso pardo se le atribuyen poderes casi mágicos, por ejemplo, su grasa – el untu – era utilizada como pomada para fortalecer los músculos o como remedio contra el mal de ojo; sus uñas, también eran consideradas como amuleto y su pelo protegía de la ceguera. Por el contrario, comer carne de oso podía provocar parálisis…

Asimismo, son numerosas las leyendas en las que el oso es protagonista…
Favila, hijo y sucesor de Don Pelayo murió durante una cacería de osos por los montes asturianos.
Santo Toribio de Liébana, cuando los lebaniegos no quisieron ayudarle a construir el Monasterio, se retiró a meditar al monte y vio una pelea a muerte entre un buey y un oso, Santo Toribio mediante sus palabras consiguió separarlos, y en agradecimiento, tanto el buey como el oso se uncieron en el mismo yugo para ayudarle a construir el templo; visto el milagro, los lugareños se convirtieron todos al cristianismo y arrimaron el hombro en la construcción del templo (s. VI d.Xto.).



La mitología y la tradición oral está llena de apariciones de osos, sirvan como ejemplo ‘La osa de Andara’ (Cantabria) un ser mitológico mitad mujer mitad oso aficionada a comer los niños que raptaba.
En la mitología aragonesa el oso es un símbolo del inframundo, mensajero de los muertos y custodio de las almas de los difuntos. En febrero, el día de la Candelaria, el oso sale de su cueva y si es luna nueva y el animal lo ve todo oscuro, libera las almas de los muertos expulsándolos mediante un descomunal pedo.
Más aún, en la mitología celta, ni más ni menos que el conocido por todos Rey Arturo debe su nombre al oso, ya que significa ‘Que tiene aspecto de oso’ o ‘Que es fuerte como un oso’ (de la raiz gaélica ARTH = oso). De hecho, la mitología bretona mantiene que Arturo no murió, sino que está dormido esperando su momento para reaparecer…se podría decir que está hibernando…

También el oso es figura clave y repetida en la mayoría de los carnavales de invierno que se celebran en el Norte de España; se le ha considerado al oso símbolo de muerte y resurrección debido a su hibernación, que terminaba con el invierno, cuando empiezan los carnavales. Así, sólo por citar algunos, el oso es protagonista en La Vijanera (Silió, Cantabria) , en los carnavales de Zuberoa (Pais Vasco Francés) o en el de Bielsa (Aragón).



Cortín en Matalavilla (León)
La arquitectura popular también tiene su ejemplo de la interacción, no siempre fácil,  del oso y el hombre, así, los cortinos son recintos murados en piedra seca de unos dos o tres metros de altura y coronados por unas lajas de piedra o pizarra destinados a proteger los panales de los osos, tan aficionados a la miel. León, Asturias, Galicia e incluso  la zamorana comarca sanabresa presentan esta peculiar construcción auxiliar.

Recientemente ha salido publicado noticias referente a la presencia del oso pardo en Sanabria, incluso ha aparecido alguna huella y restos inequívocos del paso del oso por esa zona, pero por desgracia no hay constancia gráfica de su paso… en cualquier caso, ojala sea cierta esta noticia y podamos decir que Sanabria ha vuelto a ser una zona osera.
Eso si que sería una muy buena noticia… de hecho mucho mejor que la posibilidad de ver ballenas por el Duero…

No hay comentarios:

Publicar un comentario